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Monthly Archives: agosto 2007

Estaba yo aguantándome las tempestuosas temporadas de lluvia que azotan la ciudad, y como siempre retaba a mi cuerpo a soportar otra recaída (ya llevo como dos), mientras esperaba a mis colegas de vinos decidí ir por un café a la plaza, tan solo subir unas cuantas cuadritas y meterme en algún ladito, para evitar la esperada lluvia que ya me tenía con síntomas alérgicos.

Mi café cargado, con una monedita de chocolate y las bolsitas de azúcar sin destapar, por eso de la prevención. Vuelvo a esperarlos a aquel lugar, ya casi salen, unos me saludan, otros me miran, otros se acercan y me dicen: ¿Me recuerdas? «Yo, tal persona», «te escuché tal día», «eres fulanita la de no se qué cosas» y así… otros se familiarizan conmigo en una y otra forma, la verdad no soy amante del saludo, para mi una ceja levantada es suficiente saludo, y por eso paso por antipática, y lo siento, pero así soy, no me creo más que el resto, simplemente no me importa el resto, y si eso es ser antipática bienvenidas sean las críticas.

Pronto todo acaba, se acaban los saluditos, la gente sale contenta, a hablar con las humildes estrellas de nuestro excluyente y diminuto mundo que solo tiene espacio para fama y no para el dinero. Escucho ofensas, indirectas, críticas: «que a mi no me gusta tal cosa» o «estuvo muy bien tal gente», en fin, conceptos de conceptos. El hedor está por todas partes y empiezo a sentirme sucia. Pronto llegan quienes espero, entre ellos mi hermano, y a celebrar se dijo en nuestro sitio predilecto. Aún así me voy pronto, y es que de unos meses para acá las noches de alegrías no me son atractivas, me aburren, no me satisfacen.

Soy sincera, no voy para la casa, voy a ver cómo están mis otros cercanos, aquellos de alegrías y madrugadas de viajes. Qué paradoja, ya están acabando la celebración… bien, otro café, bien cargado, y parto para mi casa. No, alguien se acerca, me saluda… tiempo sin verla, me causa atención que aún me recuerde; me invita a su mesa, caray… no me acordaba de lo divertido que puede ser hablar con aquellos que viven una vida tan similar a la propia sobre temas que a todos nos desvelan y de los que curiosamente concordamos. El rato es agradable y por un momento decido no tener tanto apuro, salimos de allí, y que esperen los demás en el otro sitio, ya saben cuál es.

Allí llegamos, soy atendida con gran familiaridad, y empezamos a hablar. Sé que en unos minutos más me tendré que ir, el sueño abunda y mi desagradable sensación de poca limpieza empieza a incomodarme, además no me cabe ni una gota de agua, definitivamente, el tiempo propicio. Decido esperar a quienes quedaron en llegar… y ella, entre tema y tema menciona algo sobre «liberarse»… con un par de preguntas que me hace termino revelando mi vida, resumida en dos o tres frases. Me habla de la necesidad de liberarse, de dejar atrás la inocencia, de conseguir independencia y pregunta: ¿lo has intentado? Respondo: Si, con poco éxito. Enfatiza en mi necesidad de liberación, y pienso: «estoy totalmente de acuerdo… pero en otro sentido…»

Pronto partimos, ambas nos vamos… y me recuerda sutilmente un par de veces ese ideal de liberarse, mientras vamos a nuestros respectivos destinos en el mismo carrito amarillo, lo sigo pensando… y pensando… ella se queda en su puerta, a mi aún me que quedan muchas calles para llegar a mi hogar… el silencio me inunda… liberarse… ¿será ese el cambio que tanto estoy buscando? ¿Liberarse? ¿Liberarme? Soltarlo todo… irme por siempre, a aventurar por mis diferentes facetas… huir de mi presente…

Aún me pregunto si vio en mis ojos lo que siento, mi urgente necesidad de escapar, de partir, de cambiar… tal vez solo quiero mi propia liberad… tal vez solo quiero olvidar… y ya…